ALERGIA A LOS CRUSTÁCEOS
Se emplea el concepto crustáceo para el marisco que tiene patas como el langostino, cangrejo, camarones, cigalas, erizo de mar, cangrejo de río, langosta, gambas, camarón y nécoras entre otros.
El proceso de aparición de alergia a crustáceos es igual que en otros tipos de alergia, iniciando con la sensibilización a la proteína alergénica y seguida de la manifestación de sintomatología en próximos contactos con el alérgeno. Se trata de una alergia mediada por IgE. Es decir, se trata de una reacción de hipersensibilidad, una respuesta inadecuada y exagerada del sistema inmunitario a una sustancia inofensiva en condiciones normales.
La sintomatología que se manifiesta, igual que en otras alergias es la congestión nasal, picazón e irritación en la piel y dificultad para respirar, entre otras que se describirán más adelante. Si esta sintomatología se complica, puede alcanzar la anafilaxia.
El tratamiento es la dieta de exclusión. Es decir, prescindir de crustáceos y sus derivados. Hay que tener en consideración el resto de los alimentos y productos procedentes del mar. En el caso de los pescados, aunque no presenten proteínas similares, ni, por tanto, reactividad cruzada, las personas con alergia a crustáceos, sí pueden ser también alérgicos al pescado. En cambio, los crustáceos sí tienen proteínas alergénicas muy similares a los moluscos, por lo que, en este caso, la reactividad cruzada gana probabilidades. Lo mismo ocurre con los ácaros. De hecho, el 80% de personas con alergia al marisco, también lo son a los ácaros.
Si padeces alergia a los crustáceos, comunícalo a tu entorno y pregunta por los alérgenos en los establecimientos en los que vayas a consumir y a adquirir comida.
SABER MÁS
La alergia a los crustáceos es la reacción desmesurada que desencadena el sistema inmunitario al detectar una de las proteínas de los crustáceos. En primer lugar, el sistema inmunitario identifica una proteína como extraña, de forma que, crea defensas para combatir la misma. En la siguiente toma de contacto con el alérgeno, la inmunoglobulina E será la responsable de comenzar una serie de reacciones encaminadas a proteger la integridad del sistema inmunitario.
Los crustáceos son el grupo de artrópodos que incluyen las langostas, los cangrejos, los langostinos, los camarones y los percebes.
Cuando el sistema inmunitario está sensibilizado a los crustáceos, la ingesta o inhalación del alérgeno desarrollará la sintomatología. Las personas más sensibles, manifiestan signos de alergia al inhalar vapores de cocción.
La práctica de actividad física en las horas inmediatamente anteriores o posteriores a la ingesta y la toma de medicamentos antiinflamatorios puede contribuir a la aparición de síntomas si se han ingerido crustáceos.
Entre 15 minutos y 2 horas después de la toma es el período más frecuente en el que aparece la sintomatología. La más habitual es la urticaria i el angioedema (la hinchazón no se genera en la superficie de la piel, sino debajo). Además, también se puede notar:
- Urticaria
- Congestión nasal
- Hinchazón de los labios, la cara, la lengua y la garganta
- Picazón e irritación en la piel
- Dificultad para respirar
- Dolor abdominal, diarrea, náuseas o vómitos
El médico de cabecera o alergólogo requerirá de información antes de derivarle a una de las pruebas de diagnóstico de alergias. Es importante considerar si los síntomas de la reacción son de tipo local o sistémica. También si se relaciona con la ingestión, el contacto, la inhalación o la exposición aerosoles del marisco.
Las tres formas más habituales para la detección del alérgeno son las siguientes:
- Test Prick: consiste en aplicar distintos alérgenos en el antebrazo, aunque también puede ser en otras partes del cuerpo como la espalda, mediante punción. Seguidamente, se valorará la aparición y magnitud con la que el organismo reacciona al mismo para conocer con exactitud si existe alergia.
Es un proceso seguro y con resultados fiables. - Prueba serológica: trata de cuantificar los anticuerpos IgE específicos para un alérgeno concreto en la sangre. En este caso concreto, se medirían la cantidad total de anticuerpos IgE para los crustáceos. Si el resultado muestra una cantidad de IgE específico alto, significa que puede existir alergia al alérgeno estudiado.
- Si seguir una dieta libre de crustáceos (o marisco en general), implica ausencia de sintomatología, disponemos de una prueba a favor de la sospecha de alergia a crustáceos.
Hay que considerar otros factores que promueven la aparición de la sintomatología, como la actividad física o la toma de antiinflamatorios. Es decir, estos factores podrían acelerar la aparición e incrementar la magnitud con la que se dan los síntomas.
En algunos casos, es conveniente recurrir al diagnóstico diferencial, ya que los crustáceos a parte de ser un posible alérgeno pueden desencadenar reacciones adversas debidas a la contaminación con gérmenes, toxinas y parásitos o por la adición de conservantes (sulfitos).
El tratamiento para la alergia a los crustáceos, es igual que en el resto de alergias. Consiste en llevar una dieta de exposición al alérgeno. En este caso además, se deberá evitar la exposición al producto, ya que por la mera inhalación podría desencadenar la sintomatología de alergia.
La tropomiosina es una proteína con función estructural. Ésta es un ejemplo de posible alérgeno de los crustáceos. Por su similitud con la de los moluscos y los ácaros, estos grupos presentan reactividad cruzada. Esto significa que por la similitud que presentan sus proteínas, el sistema inmunitario podría confundirlas. Curiosamente, la tropomiosina de los animales vertebrados es diferente y no presenta alergia.
Es necesario poner atención a la composición de todos los productos que se deseen ingerir, ya que, aunque no lo esperaríamos, elaboraciones como sopas, pizzas, paella, rollitos de cangrejo congelados o ensaladas, podrían incluir crustáceos.
En restauración colectiva o establecimientos en los que adquirimos platos elaborados, deberemos comunicar la alergia. Y si se trata de un establecimiento dedicado al pescado y marisco, la probabilidad de contaminación cruzada aumenta notablemente, por ello, sería conveniente evitarlos.
Los utensilios de cocina y el aceite de freír que han tenido contacto previo con crustáceos, no son aptos para personas con alergia.
Los crustáceos y mariscos en general, tienen una gran variedad de proteínas, pero las que suelen causar alergias son glicoproteínas hidrosolubles y termoestables. Es por ello que, aunque estén cocinados no pierden su poder alergénico. Y si el modo de cocción es el hervido, los alérgenos persistirán en el agua, por lo que se debe evitar comer platos que estén elaborados a base de caldo de pescado y crustáceos.
Ejemplo de menú libre de alérgenos:
PREGUNTAS FRECUENTES
Si la alergia ya ha sido diagnosticada, es de esperar que tu médico de cabecera y/o alergólogo te proporcione las indicaciones necesarias para llevar el día a día de la mejor forma posible. Y seguramente, también te habrán facilitado una inyección de epinefrina. Ésta deberás llevarla siempre contigo para poder aplicártela en el caso que se diera una ingestión no consciente del alérgeno. Recuerda que el remedio de la anafilaxia es la epinefrina.
En caso de duda, se evitarán los platos o elaboraciones que puedan contener crustáceos.
- Revise los alimentos que tiene en casa y deseche aquellos que incluyan el alérgeno.
- Averigüe el manejo de la inyección de epinefrina para poder usarla si fuera necesario.
- Lea los ingredientes de todos los alimentos. Y si come en restaurantes o otros establecimientos de restauración colectiva, pregunte que platos son aptos para su caso.
- Informe a sus familiares, amigos y conocidos de su nueva situación para que contribuyan a llevar una vida más segura.
- Evite compartir alimentos. Este consejo, es crucial para los más pequeños de la casa.
De acuerdo con el Reglamento 1169/2011de la Unión Europea, los alérgenos deberán identificarse claramente en la etiqueta del producto. Lea los ingredientes del producto para identificar, con letra en negrita o de diferente color, los alérgenos que pueda incluir.
Si la elaboración no incluye etiqueta (productos de panadería, los platos de un restaurante…), pregunte en el establecimiento.
Las proteínas de los crustáceos son similares a la de los moluscos y ácaros. Es por ello, que el sistema inmunitario puede desencadenar la sintomatología de alergia al tomar moluscos o inhalar en un ambiente con ácaros.
Así pues, lo más prudente y seguro, es recomendar a las personas con alergia a los crustáceos, que excluyan también los moluscos de su dieta.