INTOLERANCIA A LA FRUCTOSA
La fructosa es un hidrato de carbono, concretamente un azúcar simple con 5 átomos de carbono en su estructura. Esta pentosa la podemos encontrar en frutas, verduras y la miel. La intolerancia se da cuando el aparato digestivo presenta dificultades para la correcta absorción de este monosacárido.
La causa de esta alteración es la falta o el déficit de la estructura encargada de transportar la fructosa desde el lumen o luz del intestino hasta el interior de las células intestinales y, seguidamente, al torrente sanguíneo.
La sintomatología habitual es diarrea y la aparición de gases por la fermentación de la fructosa no absorbida. Para evitar dichas molestias, el tratamiento a esta intolerancia consiste en prescindir de los alimentos que incluyan la fructosa en su composición.
Es conveniente diferenciar esta alteración en la que se da malabsorción intestinal, de la intolerancia hereditaria a la fructosa o fructosemia. Ésta es una enfermedad muy rara de origen genético y suele darse en períodos tempranos de la vida. En este caso, la fructosa sí pasa del intestino al torrente sanguíneo, pero se acumula en la sangre. Encontramos la causa en el déficit de aldolasa B, la enzima del hígado responsable de metabolizar la fructosa. La intolerancia a la fructosa y la intolerancia hereditaria a la fructosa o fructosemia tienen diferente causa, y presenta por tanto, distinta sintomatología.
En este caso nos centraremos en la intolerancia a la fructosa que produce sintomatología digestiva por malabsorción intestinal.
SABER MÁS
La intolerancia a la fructosa es la dificultad para absorber correctamente este monosacárido.
El aparato digestivo está compuesto por órganos complejos con funciones determinadas para aprovechar los nutrientes de cada alimento que ingerimos. El intestino delgado dispone de transportadores de nutrientes desde el lumen (espacio por donde circula el bolo alimenticio) hasta el torrente sanguíneo. De esta forma, cada célula del cuerpo, es irrigada por sangre, y reciben así los nutrientes que se han absorbido en el intestino. En el caso de la intolerancia a la fructosa, los transportadores están en poca cantidad o no existen. Como consecuencia, este monosacárido queda libre en el lumen del intestino.
Existen dos tipos de transportadores, el GLUT 5 presente en las microvellosidades de los enterocitos (células del intestino) y el GLUT 2, localizados en la membrana apical del enterocito. El primero está especializado en absorber fructosa, y el GLUT 2, aparte de fructosa, tiene capacidad para absorber también glucosa y galactosa.
Si los transportadores funcionan de forma defectuosa, o están presentes en poca cantidad, la fructosa presente en los alimentos que llegue con el bolo alimenticio al intestino, quedará en el mismo sin poder atravesar las células hasta la sangre. El intestino liberará agua para equilibrar el aumento de concentración en nutrientes presente en el mismo, provocando diarrea. Además de este síntoma, también es habitual la aparición de gases. Ello es porque la fructosa alcanza el intestino grueso, habitado por muchísimas familias diferentes de bacterias que nos ayudan con la digestión. Estas bacterias fermentarán la fructosa, dando como productos, gas (metano, dióxido de carbono, hidrógeno), ácidos grasos y agua.
La sintomatología asociada a la acumulación de fructosa en el intestino suele aparecer unos 30 minutos después de la ingestión. Aunque según la dosis, el modo en el que se ha tomado y la persona, puede retardarse hasta 3 horas después. Si la fructosa está combinada con otros alimentos, el vaciado del estómago será más lento y, por tanto, la aparición de los síntomas se retrasará.
Aparecen las siguientes manifestaciones:
- Dolor de tipo cólico (intenso, a oleadas y aparece y acaba repentinamente).
- Distensión e hinchazón abdominal
- Flatulencias
- Movimientos y ruidos intestinales
- Diarrea explosiva (con abundante gas).
Y con menos frecuencia también puede producir:
- Dolor de cabeza
- Náuseas
- Vómitos
- Estreñimiento por la proliferación de bacterias generadoras de gas metano.
Los síntomas podrían confundirse con la dispepsia o el síndrome del colon irritable.
En el caso de los niños, pueden mostrar enrojecimiento en la zona que rodea el ano y escozor al deponer por el paso de las heces ácidas. Si el diagnóstico y el tratamiento se retrasan, la malabsorción podría conllevar la pérdida de muchos nutrientes y con ello, la disminución del peso y desnutrición.
CAUSA
La intolerancia por malabsorción a la fructosa se da por la escasez o mal funcionamiento de transportadores de la fructosa desde el intestino delgado, el GLUT5. Este transportador se encuentra en las microvellosidades del intestino y es específico para fructosa, sola o combinada con azúcares como el sorbitol. La persona que no disponga de este transportador o éste no funcione correctamente, manifestará una malabsorción de fructosa, la cual se acumulará en el colon. El monosacárido en cuestión será fermentado por la microbiota (bacterias que viven en el intestino).
TIPOS
Podemos distinguir 2 tipos de intolerancia a la fructosa según su origen.
Llamamos intolerancia primaria si hay un defecto o déficit de transportadores de fructosa. Se desarrolla a lo largo de la vida.
En cambio, la intolerancia secundaria surge como consecuencia a una enfermedad intestinal. Es decir, alteraciones como la gastroenteritis o enfermedad inflamatoria intestinal provocan una alteración en la integridad del intestino que dificulta la absorción de fructosa. En este caso, la intolerancia es transitoria, hasta que la alteración causante se solucione. Aunque en casos más graves, puede llegar a persistir en el tiempo.
Las personas con intolerancia a la fructosa deberán limitar o prescindir de alimentos con elevadas dosis de fructosa y/o sorbitol. Hay que tener en cuenta estas tres consideraciones:
- Es conveniente valorar la tolerancia. En función de la afectación de cada persona, podrá tomar más o menos alimentos con fructosa a lo largo del día.
- La sintomatología más pronunciada viene dada con la ingestión de los alimentos con mayor cantidad de fructosa, o que combinan fructosa o sorbitol.
- Los alimentos con combinación de azúcares, entre los que la fructosa representa una pequeña parte, suelen ser bien tolerados.
Entonces la dieta se podría adecuar siguiendo las siguientes pautas:
- Frutas: las que menor cantidad de fructosa tienen son la naranja, la mandarina, el plátano, el limón, la fresa, el kiwi, el aguacate, la mora, la uva y el melón. En cambio, por su alto contenido en fructosa, se deberán evitar las manzanas, las peras, las ciruelas, las cerezas, el melocotón, los higos, albaricoques y dátiles. Las frutas en almíbar también están desaconsejadas ya que el almíbar implica presencia de fructosa.
- Verduras: las mejor toleradas son las acelgas, el brócoli, las espinacas, el apio, las alcachofas, los berros, los champiñones, la lechuga, las escarola y las endibias.
- La miel y la jalea real también incluyen fructosa.
El resto de grupos de alimentos (legumbres, frutos secos, lácteos, carne, pescado, huevos) no contienen fructosa de forma natural.
Sí que hay que tener en cuenta y reducir alimentos procesados y ultraprocesados, como los productos de bollería, el chocolate, los zumos y refrescos, el turrón y las mermeladas. Además, aquellos que estén etiquetados como “sin azúcar”, ya que la fructosa y/o el sorbitol suelen ser los edulcorantes de elección para este tipo de productos.
En el caso de los productos procesados, puedes revisar los ingredientes para asegurarte de que está libre de fructosa. A continuación, se muestra una lista de ingredientes que implican fructosa en su contenido:
- Jarabes y siropes
- Miel y melazas
- Zumos de fruta (ej. zumo de uva se añade para endulzar)
- Levulosa
- Néctar de fruta
- Sorbitol o E-420
- Azúcar invertido
- Azúcar de palma o de coco
- Sorgo
Ejemplo de dieta para tres días:
PREGUNTAS FRECUENTES
El test de intolerancia a la fructosa consiste en valorar la cantidad de hidrógeno y/o metano por aire expirado. Para realizarla correctamente hay que seguir estas instrucciones:
- Evitar antibióticos un mes antes de la prueba.
- No recurrir a enemas en los 5 días previos. En los dos días anteriores, prescindir de probióticos, procinéticos, laxantes y antidiarreicos.
- Acudir a la prueba en ayunas (12 horas), sí puede beber agua.
- La dieta durante el día anterior a la prueba debe basarse en alimentos proteicos, carne, pescado, huevos y líquidos (sin azúcar ni otros aditivos), como el agua, te o infusiones. Se deberán evitar los cereales (pan, galletas, tostadas, tortitas, pasta, arroz…), verduras, hortalizas, frutas, refrescos,bebidas alcohólicas, legumbres, frutos secos, productos de bollería y embutidos (mortadela, fuet, chorizo…).
Debe tener en cuenta los alimentos de origen vegetal, así como alimentos ultraprocesados. Aquí le dejamos unas indicaciones:
- Frutas: las que menor cantidad de fructosa tienen son la naranja, la mandarina, el plátano, el limón, la fresa, el kiwi, el aguacate, la mora, la uva y el melón. En cambio, por su alto contenido en fructosa, se deberán evitar las manzanas, las peras, las ciruelas, las cerezas, el melocotón, los higos, albaricoques y dátiles.
- Las frutas en almíbar también están desaconsejadas ya que el almíbar implica presencia de fructosa.
- Verduras: las mejor toleradas son las acelgas, el brócoli, las espinacas, el apio, las alcachofas, los berros, los champiñones, la lechuga, las escarola y las endibias.
- La miel y la jalea real también incluye fructosa.
El resto de grupos de alimentos (legumbres, frutos secos, lácteos, carne, pescado, huevos) no contienen fructosa de forma natural.
Sí que hay que tener en cuenta y reducir alimentos procesados y ultraprocesados, como los productos de bollería, el chocolate, los zumos y refrescos, el turrón y las mermeladas. Además, aquellos que estén etiquetados como “sin azúcar”, ya que la fructosa y/o el sorbitol suelen ser los edulcorantes de elección para este tipo de productos.
La dieta baja en FODAMPS es aquella que excluye los alimentos hidratos de carbono fermentables. Y entre ellos, está la fructosa. Cuando sigue la dieta baja en FODMAPS, ya está siguiendo una dieta baja en fructosa.
Más información sobre su estado de salud y evolución sería necesaria para un correcto asesoramiento.
Aunque probablemente su intolerancia a la fructosa sea secundaria a otra alteración, esta debe ser tratada para volver a tolerar tanto fructosa como otros tipos de fibra dietética compleja como la de las legumbres.
Un solo síntoma no es suficiente para el diagnóstico. Se requiere de más información sobre el transcurso de sus digestiones, síntomas digestivos, hábito y forma de sus deposiciones, entre otros, para sospechar que sea esta la causa. Y de forma determinante, se recurriría al test del aliento por aire espirado.
Si padeces intolerancia a la fructosa, el azúcar y muchos análogos están desaconsejados. Puedes recurrir a la glucosa, el jarabe de maíz, a los edulcorantes artificiales sin fructosa, sacarosa ni sorbitol o a los edulcorantes sintéticos (sacarina, aspartamo o ciclamato).
Aunque la recomendación más saludable, es intentar acostumbrar al paladar a los sabores más originales de los alimentos.
La miel es el producto viscoso que nos ofrecen las abejas. Su composición varia, pero en general, incluye carbohidratos en forma de monosacáridos como la glucosa y la fructosa, además de disacáridos que incluyen también fructosa.
Las personas con intolerancia a la fructosa deberán prescindir pues, de la ingesta de miel.
El azúcar, ya sea blanco, de caña o moreno, está compuesto por la combinación de glucosa y fructosa a partes iguales.
Al incluir fructosa en su estructura, ya deja de ser adecuado para las personas con intolerancia.