ALERGIA AL APIO
El apio es una verdura con tallos y hojas suculentas. Con el apellido “suculento” se refiere a que las hojas han evolucionado a lo largo de los tiempos y con tal de adaptarse al medio donde viven, han ido acumulando agua en sus hojas para disponer de una reserva.
La alergia al apio se estima que afecta al 6.3% de la población en general. Si nos fijamos Suiza y Francia, la prevalencia alcanza el 40%.
El proceso de aparición de alergia al apio es igual que en otros tipos de alergia, iniciando con la sensibilización a la proteína alergénica y seguida de la manifestación de sintomatología en siguientes contactos con el alérgeno. Se trata de una alergia mediada por IgE, es decir, se trata de una reacción de hipersensibilidad, una respuesta inadecuada y exagerada del sistema inmunitario a una sustancia inofensiva en condiciones normales.
La sintomatología que se manifiesta, igual que en otras alergias puede implicar a la piel, aparato digestivo, sistema cardiovascular y aparato respiratorio. Más adelante se describirán los síntomas asociados a cada aparato o sistema nombrado. Si esta sintomatología se complica, puede alcanzar la anafilaxia.
El tratamiento es la dieta de exclusión. Es decir, prescindir del apio, tanto del apio nabo (tubérculo), como de las semillas y de las hojas. Esta verdura y algunos de sus componentes son empleados por la industria alimentaria para la elaboración de caldos, sopas, zumo de tomate, guisos, cubitos de caldo, condimentos, algunas bebidas alcohólicas y no alcohólicas, goma de mascar, algunas grasas y aceites, caramelos blandos, beicon curado, ensaladas, patatas fritas, gelatina y aliños de ensalada entre otros.
SABER MÁS
La alergia al apio es la reacción de hipersensibilidad que desencadena el sistema inmunitario al detectar a las proteínas del apio como peligro potencial.
En primer lugar, el sistema inmunitario identifica una proteína como desconocida y crea anticuerpos (inmunoglobulina E) para combatir la misma. En la siguiente toma de contacto con el alérgeno, Ig E será la responsable de comenzar una serie de reacciones encaminadas a proteger la integridad del organismo.
Cuando el sistema inmunitario está sensibilizado al apio, desarrollará la sintomatología la siguiente ocasión que lo ingiera.
La sintomatología puede variar de leve a grave, es decir, puede darse un episodio leve y el siguiente ser muy grave.
En la mayoría de los casos, la sintomatología empieza a darse durante las 2 horas siguientes a la ingestión.
Síntomas de la alergia al apio:
- Dolor abdominal, náuseas, diarrea, vómitos o espasmos.
- Sibilancia, congestión nasal, dificultad respiratoria o tos repetitiva.
- Choque o colapso circulatorio.
- Garganta tensa y dificultad para tragar.
- Coloración pálida o azulada de la piel.
- Mareo, desmayo y pulso débil.
- También pueden aparecer picores asociados a la alergia oral (afecta a la boca, garganta, labios, lengua y oídos).
- El estadio más grave es alcanzar la anafilaxia.
El médico de cabecera o alergólogo requerirá de información antes de derivarle a una de las pruebas de diagnóstico de alergias. Es importante considerar si los síntomas de la reacción son de tipo local o sistémica.
Las formas más habituales para el diagnóstico de la alergia son las siguientes:
- Test Prick: consiste en aplicar distintos alérgenos en el antebrazo, aunque también puede ser en otras partes del cuerpo como la espalda, mediante punción. Seguidamente, se valorará la aparición y magnitud con la que reacciona el organismo al mismo, para conocer con exactitud si existe alergia. Es un proceso seguro y con resultados fiables.
- Prueba serológica: trata de cuantificar los anticuerpos IgE específicos para un alérgeno concreto en la sangre. En este caso concreto, se medirían la cantidad total de anticuerpos IgE para el apio. Si el resultado muestra una cantidad de IgE específico alto, significa que puede existir alergia al alérgeno estudiado.
El tratamiento para la alergia al apio, es igual que en el resto de alergias. Consiste en llevar una dieta libre del alérgeno.
El apio y sus derivados podemos encontrarlo en una gran variedad de productos: caldos, sopas, zumo de tomate, guisos, cubitos de caldo, condimentos, algunas bebidas alcohólicas y no alcohólicas, goma de mascar, algunas grasas y aceites, caramelos blandos, beicon curado, ensaladas, patatas fritas, gelatina y aliños de ensalada entre otros.
Por la similitud que presentan las proteínas del apio con otros productos de origen vegetal (polen de abedul, la artemisa, zanahoria, cilantro, perejil y eneldo entre otros), puede darse la reactividad cruzada. Es decir, cualquiera de los alimentos de esta lista puede desencadenar la reacción alérgica en las personas diagnosticadas con alergia al apio.
Aunque el apio esté sometido a un proceso de cocción que implique aumento de temperatura, las proteínas responsables de la alergia sólo perderán su capacidad alergénica si el tiempo de cocción es prolongado.
Para cerciorarse de la inocuidad de un producto, revise el etiquetado del alimento. Revise los ingredientes para comprobar que no incluye apio ni tampoco sus derivados. La fuente o tipología de letra debe ser legible, así como lo regula el Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea.
Si desconoce la presencia o no del alérgeno, es conveniente y prudente evitar el producto.
Si acude a un establecimiento de restauración colectiva a comer, comente sus necesidades para que le puedan adaptar el menú y que sea libre de apio.
A continuación, se presenta un ejemplo de menú libre de apio.
Día 1 | Día 2 | Día 3 | |
Desayuno | Un vaso de leche y tostadas con jamón serrano | Porridge con avena y pasas | Un vaso de bebida vegetal Tostadas con hummus y rúcula |
Comida | Arroz con alubias y cardos Naranja | Espaguetis con salteado de cebolla, champiñones y cherrys Yogur natural | Salmón a la plancha con ensalada Uvas |
Merienda | Pera | Plátano | Piña |
Cena | Merluza al papillote con cebolla y zanahoria Fresas | Muslos de pollo asados y ensalada Manzana | Espinacas rehogadas y tortilla de patata Manzana asada |
PREGUNTAS FRECUENTES
Si la alergia ya ha sido detectada, es de esperar que tu médico de cabecera y/o alergólogo te proporcione las indicaciones necesarias para llevar el día a día de la mejor forma posible. Y seguramente, también te habrán facilitado una inyección de epinefrina. Ésta deberás llevarla siempre contigo para poder aplicártela en el caso que se diera una ingestión no consciente del alérgeno. Recuerda que el remedio de la anafilaxia es la epinefrina.
En caso de duda, se evitarán los platos o elaboraciones que puedan incluirlos.
- Revise los alimentos que tiene en casa y deseche aquellos que incluyan el alérgeno.
- Averigüe el manejo de la inyección de epinefrina para poder usarla si fuera necesario.
- Lea los ingredientes de todos los alimentos. Y si come en restaurantes o otros establecimientos de restauración colectiva, pregunte que platos son aptos para su caso.
- Informe a sus familiares, amigos y conocidos de su nueva situación para que contribuyan a llevar una vida más segura.
- Evite compartir alimentos. Este consejo, es crucial para los más pequeños de la casa.
El apio también se conoce como apio nabo o apio rábano. En España encontramos estas son las variedades más comunes: apio nabo, apio amarillo y apio verde.
El apio pertenece a la familia Umbelliferae, en las que también se encuentran la zanahoria, el hinojo y la chirivia. Entre estas se puede dar reacción cruzada, ya que la estructura de sus proteínas es semejante entre ellas.
De acuerdo con el Reglamento 1169/2011de la Unión Europea, los alérgenos deberán identificarse claramente en la etiqueta del producto. Lea los ingredientes del producto para identificar, con letra en negrita o de diferente color, los alérgenos que pueda incluir.
Si la elaboración no incluye etiqueta (productos de panadería, los platos de un restaurante…), pregunte en el establecimiento.
Las reacciones alérgicas a los alimentos son imprevisibles y la sintomatología puede variar de reacciones locales a sistémicas. Después de la fase de sensibilización al alérgeno, el sistema inmunitario ya habrá creado anticuerpos (inmunoglobulina E) que estarán disponibles para futuros contactos con el alérgeno. Esto implica que a partir del momento en que hayan aparecido síntomas (ya sean leves o graves), volverán a darse. Dado que son impredecibles, el médico de cabecera o alergólogo serán los responsables de prescribir el tratamiento farmacológico y dar las pautas más adecuadas.