ALERGIA A LOS MOLUSCOS
Se emplea el concepto molusco para el marisco que no tiene patas. Podemos diferenciar 3 grupos:
- Bivalvos (tienen 2 valvas): mejillones, almejas, ostras…
- Gasterópodos: caracoles, bígaros…
- Cefalópodos: sepia, pulpo, calamar…
El proceso de aparición de alergia a moluscos es igual que en otros tipos de alergia, iniciando con la sensibilización a la proteína alergénica y seguida de la manifestación de sintomatología en siguientes contactos con el alérgeno. Se trata de una alergia mediada por IgE. Es decir, se trata de una reacción de hipersensibilidad, una respuesta inadecuada y exagerada del sistema inmunitario a una sustancia inofensiva en condiciones normales.
La sintomatología que se manifiesta, igual que en otras alergias es la congestión nasal, picazón e irritación en la piel y dificultad para respirar, entre otras que se describirán más adelante. Si esta sintomatología se complica, puede alcanzar la anafilaxia.
El tratamiento es la dieta de exclusión. Es decir, prescindir de moluscos y sus derivados. Hay que tener en consideración el resto de los alimentos y productos procedentes del mar. En el caso de los pescados, aunque no presenten proteínas similares, ni por tanto reactividad cruzada, las personas con alergia a moluscos, sí pueden ser también alérgicos al pescado. En cambio, los crustáceos sí tienen proteínas alergénicas muy similares a los moluscos, por lo que en este caso, la reactividad cruzada gana probabilidades. Lo mismo ocurre con los ácaros. De hecho, el 80% de personas con alergia al marisco, también lo son a los ácaros.
Si padeces alergia a los moluscos, comunícalo a tu entorno y pregunta por los alérgenos en los establecimientos en los que vayas a consumir y a adquirir comida.
SABER MÁS
La alergia a los moluscos es la reacción de hipersensibilidad que desencadena el sistema inmunitario al detectar a las proteínas de los crustáceos como agente extraño.
En primer lugar, el sistema inmunitario identifica una proteína como desconocida y peligrosa, de forma que, crea defensas para combatir la misma. En la siguiente toma de contacto con el alérgeno, la inmunoglobulina E será la responsable de comenzar una serie de reacciones encaminadas a proteger la integridad del organismo.
Los moluscos incluyen los mejillones, almejas, ostras, pulpo, calamar, sepia y caracoles.
Cuando el sistema inmunitario está sensibilizado a los moluscos, la ingesta o inhalación del alérgeno desarrollará la sintomatología. Las personas más sensibles, manifiestan signos de alergia al inhalar vapores de cocción. De hecho, esta sintomatología precede a la alergia.
La práctica de actividad física en las horas inmediatamente anteriores o posteriores a la ingesta y la toma de medicamentos antiinflamatorios puede contribuir a la aparición de síntomas si se han ingerido moluscos.
Entre 15 minutos y 2 horas después de la toma es el período más frecuente en el que aparece la sintomatología. La más habitual es la urticaria y el angioedema (la hinchazón no se genera en la superficie de la piel, sino debajo). Además, también se puede notar:
- Congestión nasal
- Hinchazón de los labios, la cara, la lengua y la garganta
- Picazón e irritación en la piel.
- Dificultad para respirar
- Dolor abdominal, diarrea, náuseas o vómitos.
En los casos más graves, puede alcanzar la anafilaxia, sensación de atragantamiento y de opresión en la garganta. El tratamiento en este caso avanzado es la aplicación de una inyección de epinefrina inmediatamente.
Cuando se presenta en la edad adulta, suele ser más persistente. La aparición de síntomas (incidencia) es mayor en la edad adulta que en la infancia.
El médico de cabecera o alergólogo requerirá de información antes de derivarle a una de las pruebas de diagnóstico de alergias. Es importante considerar si los síntomas de la reacción son de tipo local o sistémica. También si se relaciona con la ingestión, el contacto, la inhalación o la exposición aerosoles del marisco.
Las tres formas más habituales para la detección del alérgeno son las siguientes:
- Test Prick: consiste en aplicar distintos alérgenos en el antebrazo, aunque también puede ser en otras partes del cuerpo como la espalda, mediante punción. Seguidamente, se valorará la aparición y magnitud con la que el organismo reacción al mismo para conocer con exactitud si existe alergia.
Es un proceso seguro y con resultados fiables. - Prueba serológica: trata de cuantificar los anticuerpos IgE específicos para un alérgeno concreto en la sangre. En este caso concreto, se medirían la cantidad total de anticuerpos IgE para los moluscos. Si el resultado muestra una cantidad de IgE específico alto, significa que puede existir alergia al alérgeno estudiado.
- Prueba de provocación: en ámbito hospitalario y por tanto, en condiciones controladas, la persona se expone al alérgeno sospechoso y se valora la reacción. Esta prueba es menos popular, solo se recurre a ella si las dos anteriores no muestran resultados claros.
Hay que considerar otros factores que promueven la aparición de la sintomatología, como la actividad física o la toma de antiinflamatorios. Es decir, estos factores podrían acelerar la aparición e incrementar la magnitud con la que se dan los síntomas.
El tratamiento para la alergia a los moluscos es igual que en el resto de las alergias. Es decir, llevar una dieta libre del alérgeno. En este caso, además, se deberá evitar la exposición al producto, ya que por la mera inhalación podría desencadenar la sintomatología de alergia.
El sistema inmunitario reacciona ante la ingesta de moluscos cuando detecta alguna de sus proteínas. Una de las más representativas es la tropomiosina. Se trata de una proteína con función estructural. Dada su similitud con la de los crustáceos y los ácaros, estos grupos presentan reactividad cruzada. Esto significa que por la similitud que presentan sus proteínas, el sistema inmunitario podría confundirlas. Si tienes alergia a los moluscos, es probable que manifiestes reacción alérgica al tomar crustáceos o respirar en un ambiente con ácaros. Curiosamente, la tropomiosina de los animales vertebrados es diferente y desaparece la probabilidad de reactividad cruzada.
En restauración colectiva o establecimientos en los que adquirimos platos elaborados, deberemos comunicar la alergia. Y si se trata de un establecimiento dedicado al pescado y marisco, la probabilidad de contaminación cruzada aumenta notablemente, por ello, sería conveniente evitarlos.
Los crustáceos y mariscos, en general, tienen una gran variedad de proteínas, pero las que suelen causar alergias son glicoproteínas hidrosolubles y termoestables. Es por ello que, aunque estén cocinados no pierden su poder alergénico. Y si el modo de cocción es el hervido, los alérgenos persistirán en el agua, por lo que se debe evitar comer platos que estén elaborados a base de caldo de pescado y crustáceos.
PREGUNTAS FRECUENTES
Si la alergia ya ha sido diagnosticada, es de esperar que tu médico de cabecera y/o alergólogo te proporcione las indicaciones necesarias para llevar el día a día de la mejor forma posible. Y seguramente, también te habrán facilitado una inyección de epinefrina. Ésta deberás llevarla siempre contigo para poder aplicártela en el caso que se diera una ingestión no consciente del alérgeno. Recuerda que el remedio de la anafilaxia es la epinefrina.
En caso de duda, se evitarán los platos o elaboraciones que puedan incluirlos.
- Revise los alimentos que tiene en casa y deseche aquellos que incluyan el alérgeno.
- Averigüe el manejo de la inyección de epinefrina para poder usarla si fuera necesario.
- Lea los ingredientes de todos los alimentos. Y si come en restaurantes o otros establecimientos de restauración colectiva, pregunte que platos son aptos para su caso.
- Informe a sus familiares, amigos y conocidos de su nueva situación para que contribuyan a llevar una vida más segura.
- Evite compartir alimentos. Este consejo, es crucial para los más pequeños de la casa.
De acuerdo con el Reglamento 1169/2011de la Unión Europea, los alérgenos deberán identificarse claramente en la etiqueta del producto. Lea los ingredientes del producto para identificar, con letra en negrita o de diferente color, los alérgenos que pueda incluir.
Si la elaboración no incluye etiqueta (productos de panadería, los platos de un restaurante…), pregunte en el establecimiento.
Las proteínas de los crustáceos son similares a la de los moluscos y ácaros. Es por ello, que el sistema inmunitario puede desencadenar la sintomatología de alergia al tomar moluscos o inhalar en un ambiente con ácaros.
Así pues, lo más prudente y seguro, es recomendar a las personas con alergia a los crustáceos, que excluyan también los moluscos de su dieta.
La gamba es un crustáceo, no se incluye por tanto en este grupo. Aún así, por la posibilidad de reacción cruzada, es conveniente y prudente apartar a los mariscos en general de la dieta. Es decir, dieta libre de mariscos y crustáceos.